La costumbre de decorarlos y de regalarlos se remonta a antiguas prácticas paganas, como las celebraciones de la primavera. Con el desarrollo de la fabricación de chocolate en masa, en el siglo XIX, los antiguos huevos de Pascua quedaron en desuso, frente a estas alternativas comestibles y deliciosas. El resto es historia: hoy los huevos de chocolate son parte central de las celebraciones de Pascua. Y aunque nadie puede imaginarse la Semana Santa sin ellos, hoy su costo es elevadísimo: uno de 150 gramos puede costar alrededor de $13.000 en los supermercados. Hay que pensar, entonces, alternativas. ¿Y si los hacemos en casa?
El precio de los huevos artesanales es algo que sorprende cada año, pero en esta ocasión los compradores se han quedado pasmados: los postres, de entre 150 y 170 gramos, pueden costar por unidad entre $ 7.500 y $8.900, en promedio. Los combos para preparar tres en casa (incluyen chocolate especial, moldes, relleno y elementos decorativos) salen desde $ 9.000 en el centro tucumano. La conclusión es clara: este año, habrá que poner manos a la obra. Y hay que decir la verdad; aunque parece pan comido, no lo es. La elección del chocolate, la errada temperatura o la refrigeración equivocada... todo podría arruinar tu huevo y lograr que, al final, gastes de más.
Y como lo que queremos es ahorrar y hacer algo rico para esta Pascua, vamos a la fuente. La chef pastelera Paula García (a cargo del emprendimiento @la_gartzia) nos recibe en su cocina para mostrarnos el paso a paso para lograr el huevo perfecto.
Pasito a paso
A Paula la impulsó la necesidad. Mientras estudiaba la carrera de Fotografía, en 2013 se animó a hacer sus primeros huevos en casa, con su hermana. “Los vendían a $20”, dice entre risas. Más tarde incursionó en la pastelería y se decidió a estudiar esa profesión. Con los años, el emprendimiento se le fue de las manos, tanto, que en 2020 llegó a preparar 1.000 huevos. “Históricamente, Pascua es la fecha en la que más se vende. Y a pesar de que se consumen mucho los comerciales, la gente se anima a los artesanales, más que nada por la calidad y por la opción de personalizarlos”, cuenta. Los hizo comunes, con deco por encargo, rellenos... Ahora -dice- es una señora y prefiere hacer un producto más estandarizado, pero perfecto en los detalles. Y eso es lo que nos va a enseñar.
Sobre una mesa ubica todo lo que necesitamos: chocolate blanco y negro, bowls aptos para microondas, moldes para huevo, moldes para las decoraciones (aunque también se pueden comprar los productos de decoración ya hechos), una espátula, colorantes y una manga pastelera. De un kilo de chocolate -advierte- se pueden hacer entre cinco y seis huevos medianos, “tamaño kinder”, indica. “Lo primero que puedo aconsejar es sobre el chocolate: viene chocolate para moldear y el de repostería, que venden en el súper. Ese segundo, que es el que más se compra, es para bañar tortas, entonces es más fluido; nunca termina de endurecerse y queda opaco. Es clave ir a un local de repostería y pedir ahí el chocolate; en general todos los que se venden son de buena calidad”, dice.
Dado el primer tip, hay que poner -a ojo- un poco del chocolate en un bowl. “Para calentar el producto hay que ponerlo 30 segundos en el microondas, sacarlo, revolverlo y enviarlo otros 30 segundos hasta que esté derretido. ¡Y tengan mucho cuidado porque se quema!. Es mejor si se usa un bowl apto para microondas y no uno de cerámica, porque esos calientan más y también te pueden quemar el chocolate. Y si pasa eso, te va a quedar una cosa dura y fea”, asegura.
A ensuciarse
Mientras el chocolate da vueltas en el microondas, Paula destaca que es bastante complicado hacer preparaciones con chocolate en Tucumán. “Si es de buena calidad, se tiene que derretir inmediatamente. Y eso es un problema por los calores; para preparar los huevos tenés que sí o sí usar la heladera o el freezer a veces... si no, es imposible armarlos ”, ejemplifica. Eso es algo que experimentamos más adelante y que, seguramente a vos también te pase. ¡Casi no se pueden tocar!
Una vez que el chocolate está listo, hay que verterlo en el molde (y no, no hay que ponerle ningún producto graso para que sea más fácil desmoldarlo luego) y darle una primera capa. “Hay que ser generosos porque si no después se quiebra al armarlo. Además, si uno elige comprar o hacer un huevo artesanal es porque tiene más cantidad de chocolate, digamos...”, dice, entre risas. Mientras se enfría el chocolate negro, Paula prepara otro de chocolate blanco “para los paladares más exigentes”. “Está la creencia de que el chocolate blanco debe ser blanco, pero, en realidad, mientras más amarillo sea, más cacao tiene y más puro es”, indica.
Finiquitando
Cuando la primera capa está lista, va la segunda. Y como el pegamento del chocolate es el chocolate, para unir las dos tapas usamos más producto. Y ahí, a dejarlo descansar. Si deseás rellenarlo, podés ponerle lo que quieras antes de cerrarlo: juguetes, bombones, alfajores o caramelos.
“Si comprás uno de los combos para hacer los huevos, probablemente te venga incluído todo para decorarlos. Yo recomiendo usar chocolate, en vez de pastillaje, pero esto es una elección. Lo que hago es dejar enfriar un poco el chocolate hasta que se puede moldear, y lo pongo en una manga pastelera. Así se pueden perfeccionar las juntas del huevo, y queda mucho más lindo”, explica.
Y de ahí, a dejar que la imaginación vuele. Para darle un toque tradicional “y barroco” al postre, Paula preparó algunas flores de chocolate blanco. Cuidadosamente con un pincel, la fue pintando. “Para hacer esto hay que usar colorantes para chocolate, que deben ser aptos. Deben ser liposolubles o en polvo”, recomienda y añade: “sí, son como comprar oro en polvo... son caros, pero duran una eternidad”. Pero bueno, todo eso ya depende de las ganas del repostero. ¡A disfrutar!